Cuando cumplí 17 años, tomé la decisión de que quería conocer cómo se conducen los seres humanos, qué nos impulsa a cambiar lo que no nos gusta o porqué, a veces, nos mantenemos en un lugar de confort en el que estamos de todo menos cómodos.

Si me hubieran dicho en ese momento que iba a vivir tan intensamente cada uno de estos años, enriqueciéndome de cada interacción con las decenas de miles de personas con las que he trabajado, probablemente no lo hubiera creído.

Recuerdo con nitidez mi infancia feliz, rodeado de amigos en el barrio, jugando la mayor parte del tiempo en la calle, a las canicas, al rescate y al pañuelo. El único peligro que recuerdo era la posibilidad, nada remota, de escalabrarnos en alguna de las peleas de piedras que, de vez en cuando, comenzábamos.

Recuerdo también cuando los Reyes Magos me trajeron mi primera bicicleta, que encontré en la habitación de mis padres. Máquina de dos ruedas con la que realicé los primeros de los miles de kilómetros que posteriormente haría. Las aventuras en bici con los amigos siguen intactas en mi memoria.

 

No me puedo olvidar de mis años de instituto, donde entré siendo todavía un niño y de donde salí convertido en un joven que quería comerse el mundo, pero que no sabía todavía cómo.

Eso me llevó a olvidarme de la Universidad durante un año y, tras probar a trabajar en una oficina, decidí que sí quería formarme intelectualmente y emprendí la carrera de Psicología. Licenciatura que se llevó cinco maravillosos años de mi vida, más uno de doctorado y otros dos en la especialidad de Psicología del Deporte, la cual me apasionó.

Ocho años aprendiendo sobre comportamiento humano en las organizaciones y en el ámbito deportivo, que me han llevado a ser el profesional que soy hoy.

Después, mi paso por el Reino Unido forjó mi personalidad. Fueron casi cuatro años de vivir solo, de resolver situaciones nuevas, complejas y desafiantes que me hicieron más autónomo y más capaz de adaptarme a cualquier entorno, incluyendo mi International MBA en la Universidad de Edimburgo.

Mi vuelta a España y mi paso por diferentes empresas me ayudaron a ser el profesional que soy hoy. Grandes multinacionales como Coca-Cola o Kraft, que me enseñaron cómo formar, desarrollar e inspirar al talento para que dé lo mejor de sí mismo.

Mientras eso ocurría en lo profesional, la vida me llevó a conocer a mi compañera de vida, hoy ya 27 años recorridos juntos, con dos viajeros que se unieron al camino hace 19 y 17 años, respectivamente. Ellos tres han sido lo más importante de este viaje, que casi acaba de comenzar.

No olvidaré tampoco el momento en el que decidí saltar al vacío y comenzar la aventura de emprender. Decisión arriesgada y algo loca al principio, pero sin duda, una de las mejores que he tomado a nivel profesional.

Hoy hace ya más de 18 años de esa decisión y desde hace unos 10, me he dedicado principalmente a desarrollar mi “marca personal”.

Tres libros escritos, más de 50.000 profesionales formados en 4 continentes diferentes, 4.000 horas de coaching realizadas y más de 400 conferencias impartidas en inglés y en español en los últimos años, hacen que cada vez más mis clientes confíen en mí.

Otros muchos se siguen subiendo al carro de vivir y hacer vivir a sus equipos experiencias diferentes que les hagan pensar y reflexionar, llevándose además herramientas que les cambien la manera de observar aquello que les pasa.

A conseguir todos estos logros me ha ayudado el deporte. Toda mi vida la recuerdo realizando algún tipo de deporte, principalmente fútbol, aunque después le siguieron otros como frontón, tenis, bicicleta de montaña y, sin duda, el que mayores retos me ha llevado a conseguir, correr carreras de larga distancia, habiendo realizado ya 11 maratones.

Sin duda, otra parte importante de haber llegado hasta aquí con excelente salud física y psicológica, es el tiempo que me dedico a mí mismo. Todos los días reservo entre media hora y 2 horas para cosas que me hacen bien.

Encontrar un lugar a diario en mi agenda para mí, hace que esté mejor para dar aquello que los demás necesitan de mi experiencia y/o conocimiento.

En definitiva, la clave está en resetearme cada día con el objetivo de buscar mi mejor versión en todo aquello que hago.

No son los años que tenemos, sino cómo los vivimos, lo que verdaderamente importa.

Y tú, ¿cuándo vas a empezar a resetearte?